Este blog contiene las cookies propias del programa.





Autor

Autor
Duilio Luraschi

lunes, 10 de mayo de 2010

el formato del texto fue cambiado por razones de adaptación al soporte.
EL HUÉSPED (GUIÓN)



Se oye el ruido de un ferrocarril en marcha.


Interior. Día. Casa de Aurora.
Aurora, tía de Jorge y madre de Elisa, charla con Francisca, la muchacha que la ayuda con las tareas de la casa.
Aurora teje y la Francisca desenreda la madeja.

AURORA: Está de nuevo en la pieza. Se va a enfermar si
sigue así, todo el día haciendo nada. Está un poco loco ¿no?
FRANCISCA: Parece buena persona.
AURORA: ¡No! Yo no digo que no: es mi sobrino, el mayor
de todos. Siempre fue el nieto preferido de Maruja. ¿Te acordás de la tía?


Francisca asiente con la cabeza, mientras desenreda la madeja.


AURORA: Después se fueron. Mercedes con los dos niños.
Nunca les pregunté por qué, y nadie me dijo nada. Al principio enviaba una carta o una foto cada mes o para el cumpleaños de la tía. Pero eso fue al principio, después ya no escribió más y no supe más de ellos.


La mujer de edad hace un gesto con los hombros.


FRANCISCA: Estaba segura que iba a venir. Fue como un
presentimiento.
AURORA: ¿Qué regalo trajo?
FRANCISCA: Un jarrón.
AURORA: Y Mercedes… ¿qué le envió?
FRANCISCA: Copas.
AURORA: ¿Finas?
FRANCISCA: De cristal.
AURORA: Está bien.


Aurora teje y mueve la cabeza, casi imperceptiblemente.

AURORA: … pero me preocupa ese muchacho… todo el día
encerrado en su pieza…



Interior. Día. Dormitorio de Jorge en casa de Aurora.
Jorge está tirado en la cama leyendo periódicos. Al lado tiene varios libros viejos y revistas y periódicos.



Interior. Día. Casa de Aurora. Sala.
En la sala se encuentran Aurora, Elisa, Juan Carlos –su flamante esposo– y Francisca.

FRANCISCA: ¿Un bebé?
AURORA: Así es la gente ahora. Todos quieren tener
muchos hijos. No pierden tiempo. Es una nueva forma de poblar de fieles el mundo… No, no es una nueva forma… pero ahora todos quieren tener hijos.
ELISA: Ya tenemos los nombres.
JUAN CARLOS: Todavía es muy pronto. Me parece que
tenemos que darnos un tiempo. Los primeros meses son para aceptar la llegada de ese niño… todavía parece que ayer hubiese sido la fiesta, toda esa gente, mis padres, los familiares que vinieron desde tan lejos.
AURORA: Esperemos que sí. Hay un tiempo para todo en
esta vida.
Así lo dice la Biblia.
FRANCISCA: ¿Y si es mujer?
ELISA: Se va a llamar Eloisa. Es el nombre de la abuela de
Juan Carlos.
AURORA: Es importante buscar los padrinos. Un niño ante
todo debe tener sus padrinos. Aun antes de que vea la primera luz. No conocí, todavía, niño sin un padrino. Debe ser una persona importante, que lo ayude en esta vida.. digamos alguien como…
JUAN CARLOS: Me parece que es un poco pronto, todavía.
AURORA: Yo no digo que les avisen, si todavía no se
sienten seguros, pero siempre es bueno tener a mano unos nombres, como digamos… Bernardo. Creo que él es un firme candidato. ¿No estás de acuerdo? Nadie sabe que puede depararnos el destino.



Exterior. Día. Estación de ferrocarril.
Elisa, encinta, sube a un tren. Lleva en la mano una valija.



Interior. Día. Casa de Aurora. Sala.
Jorge entra con un libro en la mano. Saluda a Francisca y sienta junto a Aurora.

JORGE (a Aurora): Me enteré que en la ciudad hay una
poetisa. Se llama Amanda Casacueva. Lee sus poemas esta noche, en el Club Sarmiento. Allí va gente importante, literatos, libreros, gente honesta.
AURORA: ¿Te interesa la poesía?
JORGE: Lo suficiente como para vestirme para la ocasión,
cruzar el pueblo y regresar caminando. No es que entienda mucho de estos menesteres, pero estoy seguro que disfrutaré de esa velada.
AURORA: Extrañarás Santa Fé, supongo.
JORGE: Siempre se extraña un poco.
AURORA: ¿Ya compraste el boleto de regreso?
JORGE: No, aun no. La ciudad, al momento, me resulta
placentera. Esto de los recitales literarios es algo que me entusiasma. Además el tiempo es agradable y tienen una plaza muy bonita. ¿Cómo es el nombre?
FRANCISCA: Pusieron un nuevo servicio a las seis. Es un
tren rápido que viene de Montevideo. Le dicen Van. Tiene el tapizado de los bancos de color caramelo quemado.



Interior. Noche. Club Sarmiento. Salón de lectura.
Hay un público de 10 personas. En el frente del salón Amanda Casacueva lee, en voz alta, sus poemas. Entre el público se encuentra Emilio. Viste un traje un par de números más grande que el suyo. Usa anteojos pequeños de aumento.

EMILIO (acercándose a Jorge): ¿Que te pareció?
JORGE: Es… fresco.
EMILIO: A mí me pareció lo mismo.

Le extiende la mano a Jorge.

EMILIO: Mi nombre es Emilio, vivo cerca del Jardín de San
Juan. No sos de la ciudad, ¿verdad?
JORGE: Llegué hace unos días. Vine de Santa Fé… una
reunión familiar: la boda de una prima. ¡Una fiesta de las de aquellas!
EMILIO: ¿Casamiento religioso?
JORGE: Por supuesto. El vicario es primo de su madre.
EMILIO: Entiendo… Hay ritos que un hombre debe cumplir.
Como por ejemplo… casarse. ¿Encontraste muchos cambios en la familia?
JORGE: En verdad a muchos ni los conocía, fue una fiesta
Muy importante. Llegaron parientes de Salto y de Tuyutí. Parecían todos buena gente. La mayoría se volvió enseguida, porque debían atender sus negocios de lanas. Pero yo aproveché y me quedé. ¡Las tardes se vuelven tan lindas!
EMILIO: ¿No te aburre la ciudad? A veces es tan ...
JORGE: No. Para nada: parece pacífica. Tiene una buena
librería de libros usados y una plaza incomparable. Vos… tampoco sos de aquí, ¿verdad?
EMILIO: No, vivo en la ciudad desde hace un par de años.
No me trajo un casamiento pero quedé aquí afincado. A veces no se sabe por qué uno se instala en los lugares menos imaginados. Hay algunos temerarios que llaman a eso destino.
JORGE: ¿Desde dónde venís?
EMILIO: Llegué del norte. De muy lejos.



Exterior. Noche. Calle.
Jorge y Emilio caminan hasta la rivera de un río que corre cerca de la ciudad. Caminan y charlan. Emilio va haciendo ademanes.
Se ve, en un trozo de papel, una dirección anotada con lápiz. Con letras de imprenta sobresale la frase: GOLPEAR MUY SUAVE.



Exterior. Día. Calle.
Un hombre viejo, hincado en el suelo, golpea con un martillo unos clavitos oxidados, a fin de enderezarlos. Los golpea sobre el cordón de la vereda. Pasan tres niños jugando delante de él, pero el viejo no deja martillar los clavos.



Interior. Día. Casa de Aurora.
Aurora y francisca tejen en silencio.



Exterior. Noche. Puerta de casa de Emilio.
Jorge lleva dos paquetes en una mano. Uno es, claramente, una botella envuelta en papel blanco. Se detiene frente a la puerta y saca, con dificultad, un reloj de bolsillo. Observa la hora. El reloj marca las siete y media. Una brisa le mueve el sombrero y las solapas del saco. Se encuentra en medio de un jardín con muchas plantas, algunas con flores.
Golpea la puerta. Ésta se abre, lentamente, al tiempo que produce un crujido muy fuerte. Queda atascada, a medio abrir.

EMILIO (off): Buenas noches. ¡Adelante!
JORGE: Hola. Espero que no sea tarde.
Jorge pasa, de lado, por la puerta.



Interior. Noche. Casa de Emilio. Recibidor.
Jorge le da a Emilio dos paquetes. Emilio los recibe con ambas manos.

EMILIO: No te hubieras molestado.
JORGE: No sabía qué vino traer y elegí moscato.
EMILIO: Moscato está bien. Tengo Merlot tinto para la
cena. Por ahí está el perchero. Podés colgar el sombrero y la chaqueta. Ponete cómodo, allí hay un buen sillón. Regreso en un momento.

Emilio se pierde por un corredor oscuro. Jorge husmea la sala atiborrada de muebles de estilo y adornos finos. Emilio regresa con la botella abierta. Se dirige a un mueble antiguo y saca dos copas de cristal. Sirve el vino en las copas y le da una a Jorge. Brindan.


EMILIO: Por las bodas de las primas.
JORGE: Por las familias numerosas.



Interior. Noche. Casa de Emilio. Sala.
Jorge y Emilio se sientan en sillones enormes y antiguos. Charlan vivamente, en voz baja, mientras se oye el tic-tac de un reloj de pared.
Se escucha un alarido. Es muy fuerte y desgarrador. Jorge se asombra y Emilio deja de hablar. Emilio se para y camina hacia un corredor oscuro que queda al fondo de la sala, de donde trajo la botella abierta. Emilio se pierde en la oscuridad.
Jorge estira la cabeza y el cuello, sentado en el sillón. Intenta ver algo.
Emilio aparece por el corredor oscuro.
Se sienta en el sillón en donde se encontraba charlando y sigue la conversación, serenamente.

EMILIO: Mamá quiere conocerte. Yo le comenté que habías
llegado de la Argentina y a ella le gusta que le hablen de viajes.
JORGE (estirando el cuello, para poder observar el
corredor oscuro): Ella, ¿está aquí?
EMILIO: Mamá va a quedar encantada contigo. No le gustan
las personas que hablan a los gritos y tu forma de ser: calmado y prudente, la va a fascinar. Ella aborrece los lugares populares. Le molesta el ruido de toda esa gente. Ella es un poco…
JORGE: …¿sensible?
EMILIO: Ella va a quedar encantada contigo.



Interior. Noche. Casa de Emilio. Comedor.
Jorge y Emilio cenan.



Interior. Noche. Casa de Emilio. Sala.
Emilio toca el piano.
Cuando Emilio finaliza la pieza al piano, Jorge saca un reloj con una cadena de plata y lo observa.

JORGE: Es tarde.


Interior. Noche. Recibidor.
Jorge y Emilio se saludan, efusivamente. Emilio trae la chaqueta y el sombrero de Jorge, se acercan ala puerta de calle. Emilio abre la puerta, con dificultad. Queda atascada antes de abrirse por completo. Jorge pasa la puerta de costado.

EMILIO: Espero que no te hayas aburrido con esta velada. A
veces estoy demasiado encerrado en estos muros. Veo poca gente… Pero tú me has caído bien desde un primer momento. Nos vemos muy pronto, supongo.
JORGE: Sí, sí… nos vemos.



Exterior. Noche. Puerta de calle de la casa de Emilio.
Jorge se para delante de la puerta. Camina, muy lentamente, y abre la puerta de la verja.
Se escucha un aullido desgarrador.
La puerta de la casa de Emilio está cerrada, por las ventanas se ve un hilo de luz amarillenta.



Día. Exterior. Calle del pueblo.
Un hombre viejo, hincado en el suelo, golpea con un martillo unos clavitos oxidados, a fin de enderezarlos. Los golpea sobre el cordón de la vereda. Cuando termina de martillarlos, los guarda dentro de un bollón de vidrio.
Jorge pasa delante del viejo y lo mira. El viejo, sin dejar de martillar, levanta la vista y mira a Jorge. Balancea, levemente la cabeza –a modo de saludo– y agacha la cabeza sobre los clavitos, que siempre golpea con su martillo.
Se escucha el ruido de un martillo machacando con fuerza. Jorge camina, balanceándose a los lados, y se seca la frente con un pañuelo blanco, enorme. Lleva un sombrero de paño tirado “hacia atrás” –sosteniéndolo sobre la nuca–.
Jorge pasa frente al viejo que golpea, con un martillo, unos clavitos oxidados, que tiene extendidos sobre el cordón de la vereda.
El viejo levanta la vista, sin dejar de martillar, y mira a Jorge.

VIEJO: ¿Usted es amigo de ese muchacho?
JORGE: ¿Qué muchacho?
VIEJO: Ese que vive a seis calles, en el Jardín de San Pablo,
en una casa antigua con verjas mal pintadas.
JORGE: ¿Emilio?
VIEJO: El muchacho de los lentes pequeñitos.
JORGE: Sí, Emilio. ¿Usted lo conoce?
VIEJO: ¿Y usted?


El viejo agacha la cabeza y continúa enderezando los clavitos.



Interior. Día. Casa de Aurora.
Aurora, sentada en un sillón de mimbre, teje con dos agujas, una batita para el niño de Elisa.

AURORA: ¿Cómo has encontrado a la ciudad? Me han dicho
que te gusta mucho. Que salís a recorrerla en tus ratos libres. Aunque no tenés mucho tiempo libre fuera de tu cuarto. Es bueno leer pero a veces es bueno hablar con la gente. A propósito me dijiste que te hiciste un nuevo amigo…


Jorge afirma con la cabeza mientras hojea un diario.


AURORA: ¿Cómo me dijiste que se llamaba?
JORGE: Emilio.
AURORA: No lo conozco. ¿A qué se dedica? ¿Dónde
trabaja?
JORGE: No lo sé.
AURORA: No sabes y ése es tu gran amigo. Creo que le
estás mintiendo un poco a tu tía, ¿no? No querés decir que tenés por aquí alguna enamorada, hay, entonces una chica en la ciudad que te retine más de lo que creíste que te quedarías¿no es cierto? En Santa Fé tu madre y tu hermana te deben estar esperando. Eso del amigo misterioso… creo que debés sincerarte con tu tía.
JORGE: Me gusta la ciudad. Eso es todo. Me gusta más de
lo que yo hubiese pensado allá, en casa. Es… fresca por las tardes.
AURORA: …Y ese amigo.
JORGE: Es un muy tipo. Sólo es alguien con quien
conversar de otra cosa que no sea el buen tiempo.
AURORA: ¿Entonces?
JORGE: Me voy a quedar algún tiempo.



Interior. Noche. Casa de Emilio.
Emilio coloca unos juguetes antiguos en una caja forrada de colores tenues.



Exterior. Día. Calle del pueblo.
Mientras charlan Aurora y Francisca: Jorge camina por el pueblo. Tiene las manos en los bolsillos del pantalón y un sombrero de fieltro echado hacia atrás de la cabeza. Lleva traje pero no corbata. Se detiene frente al escaparate de una librería y observa hacia adentro.
Se pasa una mano por la cabeza, golpeándola con la palma abierta encima de la oreja.

AURORA: ¿Hace cuánto que está Jorge en casa?
FRANCISCA: Un mes.
AURORA: Algo más. Me parece que hace más tiempo.
FRANCISCA: Quizás un mes y medio.
AURORA: Supongo que se irá pronto. Todo el día metido en
esa pieza y luego eso de los amigos imaginarios. Seguramente se esté por ir.
FRANCISCA: Es posible.
AURORA: Tenemos que estar seguras.
FRANCISCA: ¿Seguras?
AURORA: Vamos a tener que poner un poquito de nuestra
parte.



Interior. Noche. Club Social. Recital de Amanda Casacueva.
Tres señoras de edad avanzada, charlan, animadamente, en la antesala del club. A unos pocos pasos de la puerta de entrada, Emilio recibe a Jorge, con una pronunciada caída de cabeza. Extiende por completo, su brazo derecho y sonríe. Fuma un cigarrillo muy fino de hoja negra.

EMILIO (mientras se acerca a Jorge): Se te hizo tarde. En
pocos minutos comienza la lectura. Escuché algo… dicen que traerán un nuevo proyector para el cinematógrafo. ¡Ya era hora que pensaran en el municipio! El viaje por carretera está bastante demorado… dicen que a causa de las inundaciones.
JORGE: Aquí se habla porque no hubo edil que se le
ocurriese poner un impuesto a maledicencia. ¡Nunca vi ciudad con tan poco alumbrado! ¡Y los pozos! Sin embargo me resulta encantadora. No entiendo nada. Parece que hay algo, aquí, algo así como un anzuelo. A veces me da miedo… ¿Seguro no empezó la lectura?
EMILIO: Llegaste a tiempo.


Un señor muy viejo y casi ciego, invita a todos los presentes que aún están en la antesala, a ingresar al salón de lectura.



Interior. Noche. Salón de lectura.
Se escucha la voz de Amanda, que lee poemas.

AMANDA CASACUEVA: Solo la gota
Que cae
Hace llorar a la encina
Y ruido
De la gota
Que cae
Sobre el aljibe
Se anticipa
A la nota
De lluvia
Que cae
Sobre la encina
Y los pocos
Versos mueren.


Jorge ve el mobiliario de todo el salón. Ve, primero las manos y después las sombras que arrojan todos los allí presentes. Hay unas diez personas. Una sombra, en el suelo, es invadida por una gran bocanada de humo de cigarro.

APLAUSOS DEL PÚBLICO.



Exterior. Noche. Calle del pueblo.
Jorge y Emilio caminan por el medio de la calle. Charlan animadamente.

JORGE (observando el cielo): Va a llover.
EMILIO: ¿Pasás a tomar un café con brandy?
JORGE (mirando al cielo): Mejor me voy antes de que
empiece la tormenta.
EMILIO: ¿Le tenés miedo a las tormentas?
JORGE: Sólo cuando tengo que regresar a casa caminando.
EMILIO: ¿Y a los vampiros?



Exterior. Noche. Jardín de la casa de Emilio.
Los relámpagos iluminan la cara de Emilio. Se escucha el viento.

EMILIO (detrás de la verja): ¿Y a los vampiros?

Jorge hace un gesto con el brazo derecho sobre su cabeza.
Emilio lo mira.


EMILIO (en voz baja): Buenas noches.
Abre la puerta de su casa.

JORGE (para sí mismo): Buenas noches.



Día. Interior. Casa de Aurora. Sala.
Elisa llega con una valija y la pone en medio de la mesa. La abre. Junto a Aurora, sacan de la valija ropita para bebés. Francisca, la empleada de servicio, sonríe, a unos pasos de distancia. Jorge está sentado en una silla, lee un diario.

AURORA (con la ropita de bebé entre los dedos): Jorge.
Pusieron otro vagón al tren que va a Santa Fe. Es de esos últimos que trajeron de… que vinieron hace poco más de un año.


Elisa sigue sacando de la valija, más ropita de bebé.


AURORA (sin mirar a Jorge): Seguramente agreguen más
servicios. Ahora viajar en tren es casi como viajar en Ferry. Creo que es más rápido, incluso… hicieron una inversión en nuevos coches.

Jorge sigue leyendo el diario. Francisca juega con dos escarpines diminutos, que mantiene en los dedos índice y mayor.

AURORA (a Jorge): Franceses. Fue una donación de la
embajada. No, lo cambiamos por carne en lata. ¡Tenés que ir a la estación para verlos! Dicen que tienen un coche cama.


Jorge dobla el diario y lo deja en un cesto de mimbre. Agarra otro diario de una pila y lo empieza a leer. Aurora sale de la sala por una puerta lateral.


FRANCISCA (a Elisa): ¡Mirá que divinos! ¿Son de verdad?
ELISA (a Francisca): Sí, parece mentira…. hay más chicos,
aunque no creas.


Aurora entra en la sala. Trae varios paquetes envueltos con papel de regalo. Los deja sobre un mueble y lee una de las etiquetas, mientras mantiene el paquete en la mano.


AURORA (lee, en voz alta): Laurita…. Este es para tu
hermana. Creo que es su talle… si le queda grande Maruja va a poder tomarle de los lados…


Aurora agarra otro paquete y acerca la etiquete a sus ojos.


AURORA (lee, en voz alta): Domínguez.

Lo aparta a un lado, frunciendo el ceño. Agarra otro paquete y lee, para sí. Acerca un poco más la etiqueta a sus ojos. Acerca más la etiqueta, que tiene extendida, con una mano, frente a sus ojos.

AURORA (a Jorge): Sí, este es para tu madre.



Exterior. Día. Calle del pueblo.
Jorge lee un aviso en un diario que lleva, a la altura del pecho, extendido adelante de sus ojos, aferrado por ambas manos. Dobla el diario y se lo pone debajo de uno de sus brazos. Se detiene frente a una puerta que tiene, encima, un cartel que dice:

“SE ALQUILAN HABITACIONES”.



Interior. Día. Pasillo de entrada de la pensión.
En la puerta de entrada, interior, hay un cartel hecho con una hoja de cuaderno y escrito a mano. Jorge se acerca al cartel. Alcanza leer:

“DESAYUNO INCLUIDO: TÉ O CAFÉ Y DOS MEDIALUNAS”.



Interior. Día. Recepción de la pensión.

ENCARGADA: Su pieza es la ocho. No da a la calle pero
tiene baño. Si quiere le higienizamos la pieza todas las tardes. El precio es por adelantado. Damos el desayuno de siete a nueve.

JORGE: Gracias.



Exterior. Día. Calle del pueblo.
Jorge camina y sonríe. Pasa delante de un gran ventanal de la confitería. Adentro tres señoras de edad mediana están sentadas a la mesa tomando el té.



Flashback. Exterior. Día. Camino de tierra en medio del campo.
Jorge niño pasea montado en una bicicleta de color rojo. La bicicleta tiene un canasto de mimbre colgado del manubrio.



Interior. Día. Casa de Aurora.
Aurora y francisca tejen en silencio.



Exterior. Día. Calle del pueblo.
Jorge pasa delante del viejo que endereza los clavitos contra el cordón de la vereda.

JORGE: Buenos días.
VIEJO (sin levantar la vista de los clavos): Se mudó al
hotel.
JORGE: Sí, ayer.
VIEJO: No es malo. No es el mejor, pero no es malo. Está en
la calle de la Botella Muerta.



Interior. Día. Habitación de la pensión.
Por la ventana se ve, afuera, una jaula con un cardenal. El pájaro salta de un lado al otro de la jaula. Jorge mira la habitación. El piso de tablón, el empapelado, el escaso mobiliario, son de una gran humildad.
Jorge ve la puerta del baño, en suite, de la habitación. Entra. Ve los pisos, los artefactos de baño, el techo, la cortina de hule. Corre la cortina y descubre una tina de baño sostenida por cuatro patas con forma de garras de animal.
Jorge abre primero una canilla, luego la otra. El agua cae en la tina con fuerza.



Interior. Día. Cuarto de baño de la habitación de la pensión.
Jorge adentro de la tina, se da un baño. Sumerge la cabeza en el agua y la levanta, empapada. Resopla, con los ojos cerrados. Abre los ojos. Se oye un zumbido. El zumbido se hace más penetrante.
Se ve una banqueta con ropa limpia apilada en ella, un lavabo en mal estado, una toalla de manos colgada de un perchero, la puerta cerrada.
Se oye solamente el zumbido.
Jorge tiene el pelo mojado pegado a la frente y los ojos cerrados.
Se puede oír una conversación muy tenue. El zumbido va desapareciendo a medida que las voces suben de volumen. Luego las voces se pueden oír nítidamente.


VOZ DE ELISA: Tenemos que hablar con el Intendente por
esto.
VOZ DE AURORA: No, mejor con la Liga de
Comerciantes. Son
personas muy influyentes. El diputado Paz les debe muchos favores.
VOZ DE ELISA: Con cualquiera, pero hay que hablar
cuanto antes. Él no puede seguir quedándose en la ciudad.
VOZ DE AURORA: Hoy mismo hablo con los delegados.
Vamos a lograr que se marche.


Jorge abre los ojos y los mantiene muy abiertos.
Las voces desaparecen y se oye ruido de agua en movimiento. Una mano golpea y se hunde en el agua. Se oye una voz que proviene de un parlante, que dice:
“FARMACIA ESCUDERO DE TURNO. DESCUENTOS EN MEDICAMENTOS Y PERFUMERÍA. CALLE 33 ESQUINA BARTOLITO MITRE. ESTA SEMANA DE TURNO….”
Se ve la banqueta, el lavabo, la toalla colgada del perchero, la puerta cerrada.
Se escucha el ruido que produce un tapón de bañera cuando es jalado por una cadena, vaciando la tina.



Interior. Día. Casa de Aurora.

AURORA: ¿Cómo te trata ese hotel?
JORGE: Bastante bien.
AURORA: ¿Cucarachas?
JORGE: Ninguna.
AURORA: Mejor así. Traen muchas enfermedades. Hay
quienes dicen que traen desgracia… es una creencia de alguna gente. Después de las inundaciones el pueblo se llena de cucarachas. Eso pone de mal humor al intendente. Él es un hombre riguroso. Pero, en verdad, la cucarachas son seres muy desagradables.


Se hace un silencio.


AURORA: ¿Cuánto tiempo vas a estar en ese hotel?
JORGE: No tengo idea.
AURORA: ¿No llamaste a Laurita? En el centro hay un
teléfono para hacer llamadas de larga distancia. A veces se corta, pero con buen tiempo se escucha como si estuvieras a un par de cuadras. Bueno, no tanto… pero marcha. Extrañarás tu barrio. ¿Sabés algo de tu madre?
JORGE: Están bien. Mamá y Laurita están bien. Si hubiese
pasado alguna desgracia ya estaríamos hablando de eso. Si no hay noticia…
AURORA: Ese muchacho del que me hablaste...
JORGE: Emilio.
AURORA: No lo vi nunca en el pueblo. Yo conozco a mucha
gente, pero no lo vi nunca ni en el mercado ni en la calle. Emilio, si, nunca oí hablar de él en ningún lado.
JORGE: Tiene a la madre muy enferma.
AURORA: Debe ser eso.



Exterior. Día. Puerta de la pensión.
Jorge sale de la pensión y camina por una calle del pueblo. Cruza una esquina poco transitada. Camina, con las manos en los bolsillos. Se cruza con mujeres que llevan atados de ropa o bolsas con sus compras diarias, con niños, que juegan en la vereda.



Exterior. Día. Plaza del pueblo.
Hay un gran tumulto. Unos veinte espectadores rodean un ventrílocuo que realiza su acto, con su muñeco.
El ventrílocuo está sentado en un taburete pequeño. El muñeco está idénticamente vestido y peinado como Jorge. Se pasa la mano por su cabeza de madera golpeándose con la palma abierta encima de la oreja derecha.


RISAS DEL PÚBLICO

VENTRÍLOCUO: … a ver… digamé Miguelito….
MUÑECO: ¡ME!
VENTRÍLOCUO: No, no, dígame usted, Miguelito …
MUÑECO: ¡USTED!
VENTRÍLOCUO: No, no, dígame usted, Miguelito, quién
es… es hijo de mi madre y también es hijo de mi padre pero no es mi hermano.
MUÑECO: Su hermana.
VENTRÍLOCUO: No tengo hermana, Miguelito…
MUÑECO: Disculpe pero no nos conocemos desde
hace tanto tiempo para saber si tiene hermana.
VENTRÍLOCUO: Es hijo de mi madre y también es hijo de
mi padre pero no es mi hermano… Miguelito…
MUÑECO: Tampoco conozco a su hermano…
VENTRÍLOCUO: Le estoy diciendo que no es él,
Miguelito….
MUÑECO: ¡SU OTRO HERNANO!
VENTRÍLOCUO: Tengo un solo hermano, Miguelito…
MUÑECO: Le dije que no conocía a su familia…


A medida que se da el diálogo entre el ventrílocuo y el muñeco Jorge se queda mirando al muñeco. Frunce el ceño. Uno de los espectadores da vuelta la cabeza y mira a Jorge. Luego vuelve a observar el acto del ventrílocuo. Jorge se pasa un dedo entre la camisa y el cuello. Una mujer, parte del público, da vuelta la cabeza y mira a Jorge. Luego vuelve a observar el espectáculo del ventrílocuo. Jorge resopla. Saca un pañuelo blanco enorme de un bolsillo y se lo pasa por la frente y por el cuello. Con la otra mano levanta el sombrero que lleva puesto. Luego lo acomoda, nuevamente, en su cabeza, pero echado hacia atrás.
Un niño, parte del público, da vuelta su cabeza y mira a Jorge.



Interior. Día. Casa de Aurora.
Aurora recibe a Jorge con mucha amabilidad.

AURORA: Adelante, hijo, no te quedes en la puerta. Vamos
al fondo que estoy preparando un mate.
JORGE: Gracias.
AURORA: Este verano trajo una plaga de mosquitos.
¡Horrible! No se ha visto nada igual desde… ¡quién sabe! Dicen que trae mal augurio. Eso dicen… en el pueblo hay gente que pasa el día con rumores.


Jorge y Aurora caminan entre plantas y gatitos de pocos días de vida. Se sientan en dos sillas de madera rústica. Toman mate y conversan.


AURORA (extendiendo un mate a Jorge): No es amargo,
pero me parece que se puede tomar. Lo hice y lo dejé parado.
JORGE: Cualquier cosa con tal de engañar… (Chupa la
bombilla) …al estómago. El río sigue subiendo…
AURORA: Siete metros.


Una vez que Jorge toma el mate se lo devuelve a Aurora, que endereza la bombilla y lo ceba. Una mano pasa las dos hojas del cuchillo por una chaira.


AURORA: Quiero que te relaciones con gente de aquí. Son
unos señores muy influyentes en el pueblo. Tenés que estar a las circunstancias. Uno nunca sabe cuándo va a necesitar de alguna gente.


Jorge observa un reloj cu-cu. El reloj marca las once y el pájaro de madera sale y entra a tiempo que suenan sus campanas.


JORGE: Sí, claro. Cuando quieras.



Interior. Día. Galería de la casa de Aurora.
Jorge camina rápidamente. A los lados de la galería se ven plantas, algunas con flores. Casi pisa un gatito. Se apoya en una tabla que se hunde.



Exterior. Día. Vista del cielo.
Se ve el cielo. Está nublado.
Se oye el repique de campanas de una iglesia.



Exterior. Noche. Calle del pueblo.
Pasa un cortejo fúnebre.
Jorge observa un cortejo. Lo encabezan un cura y dos monaguillos. Un ataúd es llevado por cuatro hombres de traje negro. Tres mujeres de luto van atrás, sollozando.
Por atrás de Jorge aparece Emilio.

EMILIO: ¡No abras la boca! No abras la boca ni respires
hondo.
JORGE: ¿Qué?
EMILIO: ¡No abras la boca!... No ahora.
JORGE: ¿Qué es toda esta locura?
EMILIO: Murió hoy. Dio el último suspiro, pero su espíritu
no pudo dejar la tierra. Es un alma perturbada que busca otro cuerpo donde meterse.
JORGE: Estás demente.
EMILIO: Son cosas que suceden.



Interior. Día. Habitación de la pensión.
Jorge está sentado en la cama con los pies apoyados en el suelo. Mantiene la vista en una estatuita de la Virgen fluorescente, sobre la mesa de luz. Levanta un pie y comienza a desatarse el cordón de su zapato. Una vez que desató el cordón se quita el zapato y lo tira a un costado.



Interior. Día. Cuarto de baño de la habitación de la pensión.
Jorge está dentro de la tina de baño. Se arroja, con una mano, agua detrás de sus hombros. Mete la cabeza bajo el agua.
La pantalla queda en color negro. Se oye un zumbido suave, alternado con el ruido que hace el agua al ser movida por una mano. A medida que va bajando el volumen del zumbido y el ruido del agua, que es movida por una mano. Va in crescendo el volumen de una conversación entre dos personas. Luego la conversación se oye claramente.

VOZ DE MUJER: Me parece que tenemos poco tiempo.
VOZ DE EMILIO: No quiero hacerle daño. No a él.…
VOZ DE MUJER: No debés mezclar en esto los
sentimientos.
VOZ DE EMILIO: Muy bien, entonces que sea mañana.


Las voces desaparecen. Jorge asoma media cara sobre el borde de la tina.



Interior. Día. Recepción de la pensión.
Mirta, la encargada, está detrás del mostrador, en medio de una montaña de papeles, facturas, revistas y talonarios. Su esposo, a un lado, trasvasa plantas de latas de pintura a macetas grandes.
La encargada, en medio de los papeles, levanta la cabeza de su trabajo y mira hacia el frente.

ENCARGADA: ¿Es su último día en la ciudad?
JORGE: ¿Por qué lo dice?
ENCARGADA: Solamente preguntaba.
JORGE: ¿Hay algún inconveniente? ¿Necesita más dinero?
ENCARGADA: Nada de eso… solamente preguntaba. Está
bien el dinero que me dio por los días que piensa quedarse.
JORGE: Posiblemente me quedé algún día más…
ENCARGADA: ¿Sabe cuántos?
JORGE: No sé cuántos… ¿tiene que entregar la pieza a
alguna otra persona?
ENCARGADA: No, es solo curiosidad. Aquí tenemos muy
pocas visitas…



Exterior. Día. Calle del pueblo.
El viejo golpetea con un martillo unos clavitos oxidados, a fin de enderezarlos. Los golpea en el cordón de la vereda. Jorge pasa delante de él. El viejo continúa enderezando los clavitos, a golpe de martillo.



Exterior. Día. Puerta de casa de Emilio.
Emilio abre la puerta. Viste robe de chambre sobre su ropa. En el cuello lleva un pañuelo, a modo de golilla. Sonríe. Hace un ademán con la mano, en una invitación a entrar a la casa.



Interior. Día. Casa de Emilio. Sala principal.
Jorge y Emilio toman café. Emilio fuma un cigarrillo delgado de hoja negra.

EMILIO: Quiero que vengas esta noche…. Mamá quiere
conocerte. Le hablé mucho de vos. Ella me pregunta siempre cómo encontrás la ciudad. Quiero que la veas.
JORGE: ¿A qué hora te parece mejor?
EMILIO: A las diez.


Emilio va hasta la biblioteca y trae dos libros.


EMILIO (dándole los libros): Seguramente has leído mucho
y mi biblioteca es algo escasa, pero éstos creo que te pueden interesar……
JORGE (recibiendo los libros): No, no leí tanto… a ver…
Parecen muy interesantes… le los devuelvo…
EMILIO: … cuando vengas a casa a ver a mi madre.


Jorge hojea los libros.



Interior. Día. Habitación de la pensión.
Jorge está sentado sobre la cama, con los pies apoyados en el suelo. Levanta uno de sus pies y comienza a desatar el cordón de su zapato. Se saca el zapato y lo tira a un lado. Se quita la media, que tiene en ese pie y la tira al suelo. Levanta el otro pie. Desata, lentamente, el cordón de su zapato. Se saca el zapato y lo tira junto al otro zapato. Se saca la media del pie. La tira sobre la otra media. Se acuesta, vestido, en la cama. Cierra los ojos.


Se escucha el llanto de un niño chico.


VOZ DE MUJER (canta):
Retama, Retama
La virgen te llama
Para hacer la cama
Al niño Jesús
Porque está cansado
De estar en la cruz.

El niño llora con fuerzas.
VOZ DE MUJER (canta):
La rueda de un carro
A un niño mató
La virgen del Carmen
Lo resucitó.


Se oye el repique de campanas de una iglesia.



Interior. Día. Baño de la habitación de la pensión.
Jorge está en la tina de baño. Tiene el pelo, empapado, pegado a la frente. Mantiene los antebrazos extendidos, sujetándose de los bordes de al tina. Agacha la cabeza.
Se ve el inodoro, el tanque de agua del inodoro, el techo del baño, que tiene manchas de humedad.
Se oye ruido de agua en movimiento. El ruido del agua se mezcla con un zumbido que, poco a poco, lo tapa. El zumbido se intercala con martillazos pesados y espaciados. A medida que desaparece el zumbido es suplantado por una conversación. Los martillados se oyen más tenues.

VOZ DEL VIEJO: ¿Cuántos le parece que serían
suficientes?
VOZ DEL VENTRÍLOCUO: Creo que no más de treinta.
VOZ DEL VIEJO: Son buenos clavos. La mayoría son de
acero. Estoy seguro que le vendrán bien. Son muy buenos.
VOZ DEL VENTRÍLOCUO: Eso espero. A mí me da
mucha pena desprenderme del muñeco, pero este encargo es algo especial.
VOZ DEL VIEJO: ¿Le pagaron bien?
VOZ DEL VENTRÍLOCUO: Buen dinero.


Jorge asoma su cara sobre el borde de la tina. Escupe un buche de agua y se queda con los ojos abiertos.
Se oyen golpes en la puerta.
Jorge estira la mano y agarra la toalla. Camina, con la toalla en la cintura, hasta la puerta.



Interior. Día. Habitación de la pensión.
Jorge camina hasta la puerta de la habitación. Se oyen golpes fuertes en la puerta.

JORGE: ¿Quién es?
ENCARGADA: La Sra. Mirta. Tiene una llamada en recepción.
JORGE: Por favor, tome el recado.



Interior. Día. Recepción de la pensión.
El esposo de la encargada trasvasa una planta pequeña desde una lata de fruta en almíbar a una lata más grande. La encargada busca, entre papeles, una esquela. Mira la esquela y mira hacia delante.

ENCARGADA: Tía Aurora. Lo espera esta noche a las diez
en su casa. Vestimenta formal. Dijo algo de personas importantes…



Exterior. Día. Calle del pueblo.
Jorge camina con las manos en los bolsillos del pantalón. Lleva el sombrero de fieltro, echado hacia atrás. Pasa delante de una frutería. Se detiene y regresa unos pasos. Se detiene frente a un cajón con manzanas. Elije una, la lustra contra el puño de su saco, y la deposita sobre un plato de la balanza. El platillo tiene un pedazo de diario. El recorte contiene los avisos necrológicos.
Se oye el repique de campanas de una iglesia.



Interior. Día. Frutería.
Jorge entra y busca un vendedor. Se acerca a uno y le da la manzana, mientras busca, con la mirada al frente, algo en uno de los bolsillos del pantalón. Extiende un billete al vendedor.
En la pared, mal pintada, cuelga un delantal de frutero, una herradura oxidada y media matrícula de automóvil corroída y oxidada. A un lado hay una jaula con un pájaro gordo y blanco. El pájaro permanece inmóvil.

VENDEDOR (off): Gracias, señor.

Jorge mira al frente con la boca entreabierta.

VENDEDOR (off): Señor.
JORGE: Disculpe.



Flashback. Interior. Día. Casa de Aurora.
Aurora y Francisca tejen. Un gatito se trepa en el tronco de un árbol. Se escucha la canción “El día que me quieras”. El gato se resbala y cae.



Exterior. Día. Calle del pueblo.
Jorge está mirando un punto lejano.



Flashback. Interior. Noche. Casa de Emilio.
Emilio frente al piano ejecuta “El día que me quieras”.



Exterior. Día. Calle del pueblo.
Jorge camina con la manzana en una mano. La otra mano la lleva dentro del bolsillo del pantalón.

VIEJO (off): Señor. ¡Señor!

Jorge se da vuelta.

VIEJO (off): Señor, tengo que hablar con usted. Es algo…

Jorge aprueba, levemente, con la cabeza.
Se oyen los pasos del Viejo que se marcha.
El silencio es total. Se oye muy bajo, varias conversaciones superpuestas, indescifrables. Se destaca, sobre las conversaciones la voz de un hombre.


VOZ DE EMILIO: A las diez.


Se oyen varias conversaciones superpuestas indescifrables.
Jorge ve el acto del ventrílocuo. Se detiene en el muñeco. El muñeco parece mirarlo. Se continúa escuchando varias conversaciones superpuestas. Jorge ve a la encargada de la pensión. La visión es difusa.


ENCARGADA: Tía Aurora. Lo espera esta noche a las diez
en su casa. Dijo algo de personas importantes…


Se escuchan, en volumen bajo, varias conversaciones superpuestas. También se escuchan golpes de martillo. Los golpes de martillos se escuchan cada vez más fuertes. Las conversaciones superpuestas se van alejando hasta desaparecer. Los golpes de martillo retumban.
Jorge camina, rápidamente.



Exterior. Día. Calle del pueblo.
Jorge camina, rápidamente. Se cruza con una mujer joven vestida con ropas de niña. Lleva un vestido estampado con florcitas, bordados, medias blancas y zapatos de charol sin taco. Tiene el pelo largo. Está atado atrás de la cabeza.
La joven está parada sobre uno de sus pies.

JOVEN (sin levantar la vista del suelo): ¿Dónde va?
JORGE: A casa.
JOVEN: ¿Vive junto al río?
JORGE: No.
JOVEN: Esa calle sólo lleva al río.


Jorge queda parado, en silencio, se toma la cabeza con una mano.


JOVEN (señalando): Para allá está el río, para acá el
cementerio, para aquel lugar el centro del pueblo. ¿Dónde va?
JORGE: Voy a casa.



Exterior. Día. Calle del pueblo.
Jorge camina, balanceándose a los lados. Tiene el sombrero echado hacia atrás. Se detiene. Mira la manzana, que trae en su mano y se la pone en la boca. Empieza a buscar algo, en los bolsillos de su chaqueta y de su pantalón. Saca, del bolsillo trasero del pantalón, una billetera. Cuenta el dinero que hay en ella. La guarda en el bolsillo interior de su chaqueta. Camina primero lentamente, luego dando zancadas.



Interior. Día. Estación de ferrocarril.
Detrás de una ventanilla enrejada, el cajero cuenta monedas.

JORGE (off): ¿Cuándo parte el próximo tren a la capital?
CAJERO (levantando la cabeza): Diez minutos.



Interior. Día. Estación de ferrocarril.
Jorge está frente a la ventanilla. Saca, de un bolsillo, un reloj con una gruesa cadena. Observa la hora y lo guarda. Mete las manos en todos sus bolsillos, buscando algo. Saca la billetera.

JORGE: Déme uno.


FIN.

=== 0 ===

© DUILIO LURASCHI